José María “Josela” Romano tuvo una vida corta, pero intensa. Su nombre volvió a cobrar notoriedad al aparecer con otra identidad en la serie “Apache”, que se emite en Netflix y que cuenta nada menos que parte de la niñez y la adolescencia de Carlos Tevez en el peligroso Fuerte Apache. En la serie se lo puede identificar como “Jorge”, uno de los líderes del grupo que dominaba el complejo habitacional de Buenos Aires. El director Adrián Caetano lo muestra como un hombre duro y despiadado. Una imagen que no está alejada a lo que realmente fue el acusado de cometer asalto y varios homicidios. Parte de su carrera delictiva la cometió en Tucumán, liderando la conocida “Banda del Chicle”; hasta fue uno de los pocos que pudo escapar caminando de la cárcel de Villa Urquiza,hace casi 18 años.
SUS PRIMEROS PASOS
El barrio y la banda
Como el ídolo de Boca, “Josela” creció en las siempre difíciles calles del barrio. Él no nació con el talento de jugar al fútbol, pero sí aprendió como pocos la ley de la calle. Según las crónicas de la época, era el líder de Los Back Street Boys, una de las barras más peligrosas y sanguinarias de Fuerte Apache. Se vestían como los integrantes del grupo y hacían piruetas con las bicicletas que robaban a adolescentes de otros barrios. Luego llegó la cocaína, las armas y ya nadie pudo frenar a la “patotita” del barrio.
En Buenos Aires Romano fue acusado de cometer numerosos asaltos en domicilios de las zonas más pudientes. Llegó a Tucumán a mediados de 1999, junto a Miguel “Polerita” Medina. Vivió en el Barrio Oeste II, donde las torres eran similares a las que habitó gran parte de su vida.
Después de cometer un asalto en el banco de La Cocha, en setiembre de 2009, huyó junto a sus cómplices a Córdoba y a Mendoza, donde también habrían cometidos varios hechos delictivos. Concretó al menos otros dos asaltos a entidades financieras en esta provincia hasta mayo de 2000. Se salvó por muy poco que lo detuvieran en ese año en el atraco al Banco Nación. Ahí se dio cuenta que era el momento indicado para volver a Fuerte Apache.
CAMBIÓ SU SUERTE
El crimen que marcó su vida
La vida de José María Romano se devaluó como el peso cuando 13 días después de su último atraco, en mayo de 2000, asesinó de 18 balazos al cabo Carlos Sosa, nada menos que de la policía de Buenos Aires, la maldita “Bonaerense”. A los pocos meses fue detenido en su departamento de Fuerte Apache en un megaoperativo por policías tucumanos, que estuvieron infiltrados en el barrio.
“Era impresionante el poder que tenía. Era muy joven, tenía 22 años y parecía de 18. Pero era un hombre muy peligroso. En esos tiempos ya se hablaba que pintaba para ser un ‘Gordo’ Valor”, señaló el comisario Jorge Dib, actual jefe de la Brigada Capital, que participó en el operativo que terminó con la detención.
“Lo que más nos llamó la atención era su aspecto. No tenía pinta de ‘choro’, sino de chico de clase media. Siempre andaba bien vestido y hasta medio rubito era”, confiesa el comisario retirado Víctor “Pato” Fernández. “Era de pocas palabras, pero nunca se mostró violento ni nada por el estilo”, agregó.
Dib agregó: “tenía un cuerpo bien trabajado y era evidente que levantaba pesas seguido. Se mostraba educado, pero cuando todos tienen las manos esposadas en la espalda son así. Sí me sorprendió todo lo que sabía si apenas tenía 22 años”.
EL FINAL MENOS ESPERADO
La reacción de la banda
“Josela” volvió a la Ciudad de Buenos Aires. Estuvo un tiempo en Fuerte Apache, pero después fue cambiando de lugar para evitar ser encontrado. El 1 de agosto de 2001 intentó robarle el Ford Taunus a un hombre. La víctima era un Policía Federal retirado, que lo mató de tres disparos.
Los integrantes de su banda, al enterarse que había sido liberado el autor de la muerte de su líder, de apenas 23 años, acribillaron a balazos la comisaría de Fuerte Apache durante más de 10 minutos. En su velorio, la Bonaerense movilizó a más de 200 hombres para que no se registraran nuevos incidentes.
PARECIDO Y ALGO MÁS
Los padres viajaban hasta Tucumán
“Él es ‘Josela’, mejor estilizado, pero es él”, dijo Roberto Flores al ver una imagen de “Jorge”, el personaje que aparece en “Apache”. El ahora camarista fue su abogado cuando estuvo detenido en Tucumán. Por cuestiones éticas prefirió no hacer declaraciones sobre el joven, pero al menos lo reconoció sin hacer mucho esfuerzo. Todos los entrevistados coincidieron en señalar que Romano recibía visitas cuando estaba detenido en Tucumán. Sus padres, gente humilde y trabajadora, lo veían continuamente. “Era gente muy buena, nada prepotentes, como se podría haber esperado de un porteño. Notábamos que eran muy humildes porque paraban en las casas de allegados”, dijo un guardiacárcel.
Los hermanos vinieron, pero después desaparecieron. Dejaron de viajar luego del crimen del policía Gastón Hertel. Según las crónicas policiales, lo acribillaron cuando intentó evitar que robaran su auto. Utilizaron el cuerpo del uniformado para cubrir su fuga, ya que tenía puesto el chaleco antibalas.
UNA POLÉMICA FUGA
“Salieron caminando”
El silencio de los guardiacárceles tiene su razón de ser. El apellido Romano es una mancha bien negra para el servicio penitenciario de la provincia. En enero de 2001, cuando aún no había cumplido seis meses de encierro en el penal de Villa Urquiza, se escapó junto a Gabriel Arreyes y Cristian Montero, dos peligrosos asaltantes. Lo hicieron caminando y no saltando los muros, como pretendieron hacer creer las autoridades.
“Estuvieron durante la requisa de la tarde, pero a la mañana no estaban. No habían hecho un tiro, tomado un rehén o violentado la cerradura. Nada, salieron caminando de la institución”, reconoció “El Tuerto”, un compañero de encierro que pasa sus años de vejez en su casa de Villa Mariano Moreno. Por la fuga, fueron separados del cargo 17 agentes penitenciarios y desplazaron a la cúpula de la Dirección de Institutos Penales.